Yo voy lenta.
Como los
volcanes, como las ballenas, como los árboles.
Yo voy
despacio hasta que viene una erupción, una danza, una primavera.
No quiero
que me urjan, que me azucen, no quiero ir
así. Así no me respira el alma.
Tengo que
sentir las manos metidas muy adentro del barro de la vida.
Tengo que quedarme
mirando hasta que sepa que no soy yo la que mira, y empiece el amor.
Tengo que
dejar crecer las raíces hasta que la savia o la lava me inunden de golpe.
Kairós.
Entonces estallo, bailo, nazco y muero.
Qué cosa
extraña, el tiempo, los tiempos de cada quién, tan diferentes.
Pero kairós
no es tiempo. Es la puerta del tiempo.
Presente
despierto, kairós.
Kairós, relieve de Lisipo